El brunch, una mezcla de desayuno y almuerzo, se ha convertido en una comida muy popular en todo el mundo. Pero, ¿de dónde proviene este término y cómo se originó esta comida?
La palabra «brunch» se deriva de la combinación de las palabras en inglés «breakfast» (desayuno) y «lunch» (almuerzo). Aunque el término se acuñó a finales del siglo XIX en Gran Bretaña, la idea de combinar el desayuno y el almuerzo en una sola comida se remonta mucho más atrás en la historia.
En la antigua Roma, se acostumbraba a tener una cena tarde por la noche, que se conocía como «cena» o «comida principal». Sin embargo, a menudo también se servían pequeñas comidas durante el día. Estas comidas incluían el «jentaculum», un desayuno temprano que consistía en pan, queso y vino, y el «prandium», un almuerzo ligero que se servía al mediodía y que incluía frutas y pan.
En la Edad Media, la iglesia católica estableció la práctica de ayunar durante ciertos días de la semana y períodos de tiempo durante el año, incluyendo la Cuaresma. Durante estos días de ayuno, se servía una sola comida al día, generalmente al mediodía, que consistía en pescado, verduras y pan.
En el siglo XVIII, se volvió popular en Inglaterra la costumbre de tomar una taza de té y una pequeña comida a media mañana, lo que se conocía como «almuerzo de té». Esta costumbre se extendió a América del Norte en el siglo XIX, donde evolucionó hasta convertirse en el «brunch» que conocemos hoy en día.
El brunch moderno se popularizó en Nueva York a finales del siglo XIX y principios del XX, como una comida que se servía después de la misa del domingo. Esta comida consistía en platos dulces y salados, como huevos, tostadas francesas, bacon, ensaladas y frutas frescas.
Hoy en día, el brunch se ha convertido en una comida muy popular en todo el mundo, especialmente los fines de semana. Los restaurantes y cafeterías ofrecen una gran variedad de platos para el brunch, desde los tradicionales huevos benedictinos y tostadas francesas hasta opciones más creativas y exóticas.
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